sábado, 23 de marzo de 2019

Relato de un propósito



Deseo como simple relato consignar la experiencia obtenida cuando propuse mi nombre como aspirante a la alcaldía; para lo cual recorrí las calles, veredas y caminos con la aspiración de obtener el suficiente respaldo para poder administrar el municipio como alcalde. Las elecciones se realizaron el 26 de octubre del año 2000, y en esta oportunidad se elige al señor José Diomédes Páez Ortega con 2068 votos.

A pesar de no haber logrado este propósito, me sentí satisfecho de haber recorrido las diferentes veredas compartiendo con nuestros campesinos sus vivencias, creencias y sentir; hablé de sus cultivos, sus inquietudes y hasta recibí sus indirectas o reclamos por el hecho de encontrarme realizando esta actividad tan desacreditada por la cantidad de mentiras y engaños que en otros años los han marcado. Por demás pude confrontar gran información necesaria para la realización del presente libro.

Encontré un campesino desconfiado, incrédulo de su clase dirigente, cansado de engaños y promesas, me indicaron cuantas veces en las diferentes campañas les han prometido el puente, la luz, el mejoramiento de su vivienda, etc. y hasta la fecha todo sigue igual. Fue frecuente oír de algunas personas decir: "La política se volvió una porquería, es cuestión de puros votos, puro negocio, los políticos prometen todo lo que no pueden cumplir, prometen escuelas, carreteras, hospitales y después que ganan le voltean la espalda a uno y le niegan hasta el saludo".

También alguien con justa razón decía “llegó el año 2000 y todo lo mismo, puras mentiras, al contrario vamos para atrás: no hay palacio municipal,  cuánto brega uno para vender un kilo de café y si se lo compran se lo pagan a precio de huevo eso no alcanza y las ayudas del gobierno son para los que tienen plata”.  Esta es la voz del campesino desilusionado de su clase dirigente y que ha tomado la determinación de no participar en las elecciones, dice que sea el que gane todo seguirá igual.

Por fortuna existe el campesino optimista, que entiende que la situación es muy difícil y confían en la capacidad de sus dirigentes, aún conservan la amabilidad, el don de gente a pesar de su pobreza, están convencidos de la importancia de hacer la mejor elección para esperar una buena administración y por tanto bienestar comunitario, personas que “pelean” por la comunidad, que exigen que las obras se hagan y sobre todo que están pendientes porque que los recursos se inviertan adecuadamente. Estos campesinos de manos hendidas por la tierra, de piel curtida por el sol, de hablar sincero merecieron todo mi respeto, son ellos los que se levantan aun antes del día a su tarea diaria de labrar la tierra en una acción que ha venido de generación tras generación.

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