LOS ACONTECIMIENTOS PRESENTADOS desde la presencia guerrillera llevaron
a que la zozobra invadiera los habitantes manteniendo la expectativa de que en
cualquier momento se pueda producir una nueva incursión. La vida del municipio cambia
substancialmente, las personas se llenaron de tristeza y nostalgia al ver la
manera cómo se destruyó la legendaria “Casa Consistorial” y otras viviendas
particulares. Por algunos días se tuvo el temor en regresar a las fincas; por
fortuna la mayoría se mantuvo firme y continúa adelante.
Hoy el municipio no cuenta con el hermoso y viejo edificio
de tres pisos iniciado desde más de 200 años que imponente se levantaba al
occidente del parque donde funcionaran las oficinas municipales, no existe el
club deportivo, tampoco se encuentra la vieja casa donde algún día funcionó la
Caja Agraria y el puesto de policía, esto fue derribado como aporte de la
violencia guerrillera.
Pero se ven gente y cosas nuevas, un hermoso parque donde
aún puedes descansar a la sombra del viejo samán y observar a una población que
quiere seguir adelante. Si te paras en el atrio y observa el ocaso del día seguramente
podrás sentir que en tu corazón empiezan a asomarse los recuerdos y añoranzas
por tus amigos de la infancia y de otras personas que se marcharon algunos a la
eternidad otros a ciudades diferentes y que dejaron la tarea a esta generación
de construir mejores tiempos.
A pesar de todo, los habitantes no pierden el ánimo de
trabajar por un futuro más benévolo que nos retribuya la grandeza de nuestra
raza y por sobre todo la paz y la esperanza, tal es el caso de la colonia
cucutillense residente en Cúcuta que junto con la administración municipal en
1999 inician la construcción de la casa del anciano en el barrio el Molino
buscando ofrecerle a nuestros ancianos un hogar digno en premio de un esfuerzo
y una lucha ya pasada. Por este periodo
se adelanta gestión sobre el mejoramiento de vivienda campesina para las
veredas de Castillo, Camacho y Cuesta Rica, se reconstruye el estadio de fútbol
y el parque infantil que a principios de 1999 al igual que en el año 1982 fue destruido por el desbordamiento del río
Zulasquilla.
La incertidumbre sobre la llegada del año 2000 y la
situación vivida hizo que se aumentara fervor religioso y muchas personas
reunidas en familia decidieran recibir el año nuevo en el templo orando por la
paz, así como lo hicieron nuestros abuelos hace cien años cuando debieron
recibir el siglo XX en plena guerra de los mil días.
En el momento del año nuevo como es costumbre, familiares y
amigos entre abrazos y lágrimas se desearon ¡FELIZ AÑO!, en verdad fueron
instantes de emoción; para muchos parecía mentira que estuvieran iniciando el
año 2000 un momento esperado con ansía desde la niñez; algunos expresaron su
entusiasmo con disparos al aire, otros lloraron por los ausentes mientras en el
centro de la cancha de básquet el muñeco que representaba el año viejo se
consumía por las llamas y se oían en la distancia los cantos de añoranzas y
recuerdos; entre tanto seguían los abrazos hubo quien manifestara sus mejores
deseos no solo por el año 2000 sino por todo el siglo que iniciaba “Feliz siglo XXI cucutillenses, mucha paz y
prosperidad para todos” como adivinando el anhelo de todos los habitantes
de la población.
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