En 1623 el
oidor Villabona Zubiaurre decide acatar lo dispuesto en la legislación sobre
indígenas que ordenaba la congregación de los aborígenes debido entre otros
factores al reducido número que sobrevivía, así apareció la figura de El
Resguardo en este valle, como se indica:
“Congregar a los indios en pueblos, como si fuesen
españoles, asentándolos por barrios
“para que estén y vivan con la policía que los fieles están
obligados”. En dichas congregaciones se
trazarían plazas, calles y escuelas de doctrina, en las cuales serían disciplinados
por los doctrineros. Para garantizar el
éxito de las congregaciones se les deberían adjudicar a los indios ”Términos y
resguardos y comunidades de tierras competentes para sus labores, propias y
pastos”
Esta era una necesidad que se venía sintiendo, pues en el
inmenso territorio que se extendía hacia el oriente más allá de Tunja y
provincia de Vélez, solo aparecían como puntos de referencia demográfica
separadas por enormes distancias cinco poblaciones: Pamplona, Salazar de las
Palmas, Ocaña, San Cristóbal y Mérida en los confines del Lago de Maracaibo. “Lo demás era espacio cubierto de
selvas... uncida a los extremos climáticos del trópico, que no resultaba
fácilmente dominable por soldados y escribanos cuyas herramientas de trabajo
eran la espada y la pluma. Solo la
religión, lograba algunos triunfos en la aún más agreste geografía del alma
indígena, cuando se le trataba en forma debida”
Fue así como los españoles aprovecharon la fusión
comunitaria y el mutuo acercamiento de las tribus, como recurso efectivo para
reiniciar la colonización de los pocos aborígenes que aún sobrevivían
congregándolos en un sólo lugar dado que la población existente estaba dispersa
y se dificultaba el control de servidumbre, pago de tributos o demoras,
utilizando mediante la adopción la erección de simples iglesias pequeñas o
capillas el adoctrinamiento religioso y ejercicio del culto divino donde el
cura doctrinero ejercía su cuidado espiritual y sirviendo la construcción de
éstas como núcleo central de pueblos trazados en forma de pueblos de españoles
Para el proceso de selección del sitio a efectuarse la
congregación el Señor Oidor don Juan Villabona Zubiaurre nombra para que
realice las listas y descripciones de los pueblos y doctrinas del Valle de Las
Arboledas a don Salvador de Ojeda, quien en cumplimiento de sus funciones visita
el sector del actual pueblo de Arboledas y hace la siguiente descripción:
Descripción de tierras:
“... me parece que hay tierra suficiente para sus labranzas
de año y vez de una buena población... manera que en estas tierras de suso
declaradas hay bastante para dhos resguardos conforme con los indios que hay y
aún para otros muchos”. “ Y para
potreros tienen un llano que está encima del cerro de Chicaguá que tiene de
longitud al parecer más de media legua, y cerca de sitio a donde se ha de hacer
la nueva población es a propósito una llanada que está cerca de ella y de la
iglesia que hay en este pueblo de Las Arboledas..., dí la presente en Las
arboledas a 22 de junio de 1623.- Salvador de Ojeda, Esc. Del Rey”.
“Descripción de indios: “Yo Salvador de Ojeda, Esc. Del Rey,
certifico que por las descripciones que han hecho los indios, chinas y
muchachos del Valle de las Arboledas, consta que hay en cada pueblo para dho
efecto, los siguientes:
|
Las
Arboledas de Juan Muñoz Barrientos
El Arcabuzazo de Juan de Velasco
Siravita
de Alonso Pérez de Arroyo
Guayabas Agraz del Cap. Pedro de Arévalo
Queneroma
de Melchor de Torres
Cáchira y Olatena e Juan Ramírez de Andrada
Cáchira (Baja), Uneroma y Cácota
( otra Cácota)..
|
Total: 133 piezas
Total: 61 piezas
Total: 53 piezas
Total 56 piezas
Total 40 piezas
Total 46 piezas
Total 100 animas
|
De manera que hay en todos los pueblos se suso nombrados 140
indios útiles, en que entran 7 caciques que asisten en sus poblaciones y viven
en ellas; y 30 viejos reservados, y que en toda la chusma hay 326 indias,
chinas y muchachos, que juntos hacen 496 piezas presentes y 107 ausentes”
La anterior
descripción permite establecer claramente la manera como se venía extinguiendo
la población indígena desde las encomiendas en el año 1550, cuando solo en los
pueblos de Arcabuzazo, Zulasquilla y Guayabas Agraz sumaron 1.653 almas (ver
recuadro de población capítulo I) y en la fecha en el Valle de Zulasquilla tan
solo quedaban alrededor de 117 indios.
Conocida la descripción el señor Oidor Villabona dicta el
cinco de julio de 1623 el acto de congregación de todos los indios descritos en
el pueblo de Las Arboledas, destruyendo por consiguiente las capillas que hasta
entonces habían servido para adoctrinarlos, lo que sucedió seguramente con alguna capilla que
debió existir en el valle de Zulasquilla (Cucutilla). Para cumplir con la congregación se hizo
necesario poblar el “pueblo Indio de Arboledas”:
“Acta de Fundación:
“En la ciudad de Pamplona a cinco días del mes de julio de 1623, el
señor Dr. Don Juan de Villabona y Zubiaurre, del Consejo de su Maj., su Oidor
más antiguo..., habiendo visto los autos hechos por Salvador Ojeda, Esc. De su
Maj., que con comisión de su merced fue a hacer la visita y las descripciones e
informaciones secretas y otras diligencias en los Rep. De los indios incluidos
en la doctrina del valle de Las Arboledas, Enc. De Juan Muñoz Barrientos, al
cual se han de reducir “ Ciravita” de Alonso Pérez de Arroyo, “Guayabas Agraz”
del Cap. Pedro de Arévalo; “Zulia” y sus anejos de Melchor de Torres;
“Arcabuzazo” del Cap. Juan de Velasco:
“Cáchira” y sus anejos de Juan Ramírez de Andrada. Y todo ello consta estar en diferentes sitios
y poblaciones apartadas... que dcho
Salvador de Ojeda ha elegido y señalado a 22 días del mes de junio..., y se
manda hacer iglesia de tapias con cimientos de piedra, enmaderada y cubierta de
teja... y alrededor de ella, y que en las esquinas de la plaza se edifiquen las
casas y bohíos de los caciques y en su entorno se haga la población de todos
los indios, son sus solares cuadrados de 94 pasos de fondo y frente..., y a
todos sus barrios separados, con distinción de cada repartimiento y
parcialidad..., y las calles derechas y limpias y desherbadas, de seis varas de
ancho y 117 varas de largo en todo lo que permitiese la disposición del
sitio...”
Con esta reagrupación no sólo se demolieron los pueblos
pequeños de este sector del valle las Arboledas (Cucutilla) que en realidad eran parcialidades pobres
sino que estos aborígenes fueron llevados a Arboledas donde se congregaron en
un pueblo con mayor capacidad de supervivencia integrándolos en pueblo de indios a los cuales se le
asignó un cura doctrinero con capilla para continuar enseñándoles “a ser buenos cristianos, que no tengan
ídolos secretos, santuarios o idolatrías, ni crean en el sol. Que crean a los doctrineros, en el tránsito
del alma a la otra vida, que confiesen sus pecados, reverencien iglesias y
cruces, vayan a misa y no trabajen los domingos, bauticen sus hijos, no coman
carne humana, no maten, no hagan borracheras, no se quiten las mujeres, se
casen con una sola mujer, anden vestidos”
De esta manera, los naturales de todo el Valle de las
Arboledas fueron agregados en barrios en el nuevo pueblo de Arboledas, formando
una doctrina integrada por los pueblos indios de Arboledas, Siravita,
Queneroma, Arcabuzazo y Guayabas Agraz, además de los Chicaguaos y Cáchiras, al
final la conformaron ocho caciques, 136 tributarios (hombres útiles para el
trabajo entre 15 y 50 años), 33 reservados (indios que desempeñaban cargos
relacionados con el gobierno étnico como gobernador, capitanes, alguaciles, y
cantores y sacristán de la capilla y sirvientes del cura doctrinero), 611
chusma y 70 huidos para un total de 858 almas en 1623.
Para que las congregaciones tuvieran éxito, es decir, los
indios aceptaran ser trasladados y dejar sus tierras pacíficamente se les
permitió traer al pueblo de congregación las campanas y ornamentos que habían
tenido en sus capillas y se les asignaron tierras de resguardo suficientes para
desarrollar sus sementeras papa, maíz y legumbres, además de ser suficientes
para la cría de ganado y recolección de leña; de todas maneras uno que otro
indio en ocasiones se “escapaba” y regresaba a su tierra de origen, lo que
motivaba su búsqueda y era obligado a retornar al resguardo, acción que era
asumida por el indio “ladino y virtuoso” que estaba al servicio del cura
doctrinero y que tenía titulo de fiscal, quien además era el encargado de
controlar la asistencia de todos los indios a la misa dominical y a las
oraciones. Es en este momento donde seguramente aparece la figura del indio de
nombre Capiro que sin llegar a ser un cacique indio si tuvo el suficiente
liderazgo para ser el indio ladino y virtuoso con titulo de fiscal que sirvió
de vocero y mediador entre los aborígenes de este sector, la iglesia y
encomenderos.
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