A pesar de haberse encomendado desde 1550 y ser
compromiso de los encomenderos a cambio de la explotación de su fuerza de
trabajo enseñar el idioma español e ilustrarlos en la fe, al parecer los indios
de este valle no tuvieron por la época un encuentro efectivo con la conquista
como se puede establecer en el siguiente texto fechado en el año 1598 cuando se
encontraba en el reino de España Felipe III, y dada su urgencia de dinero para
sostener los gastos exigió a todas las colonias recursos enormes, por lo que
los conquistadores debieron imponerle a los indios tasas o tarifas tributarias.
“Con excepción de aquellas tribus que
todavía no habían sido conquistadas, como las del Páramo de Tamá en la zona de
frontera con Venezuela, norte de Cúcuta y hoya del Catatumbo, vegas del Zulia y
territorios septentrionales de la jurisdicción de Salazar, indios Cáchiras y
demás del costado occidental de la provincia de Pamplona, todos los indios de la
meseta de Hulago y sur de la misma poseían hacia el año 1600 el carácter de
“piezas”, con amos que les daban el tratamiento de esclavos“.
Es en el año 1602, que el corregidor de Tunja Don Antonio
Beltrán de Guevara, pobló los indios de Sisavita, Guayabas Agraz y Arboledas,
dándoles traza para hacer calles y plaza; pero por sobre todo, asignándoles
tierras de resguardo donde la población se sustentaba y reproducía. Y se ordena por el escribano del Rey enviar
un sacerdote para adoctrinar estos indios.
“En los aposentos de las Arboledas de la Enc. de Juan Muñoz
Barrientos... en 24 días del mes de junio de 1602, el Cap. Don Antonio Beltrán
de Guevara... Visitador de los naturales de la prov. De Pamplona y demás de su
comisión por S. M. Y ante mí Juan de Vargas, Escribano del rey
nuestro señor... dijo que por cuanto su
merced ha visitado este valle y pueblos
del, por las cuales consta y parece haber
mucho tiempo que los indios no
son doctrinados ni tener quien les administre los sacramentos... de que sigue
grande perjuicio de Dios y de Su Maj., y mucho inconveniente para la salvación
de las almas de los dhos indio, y que
podrían morir muchos indios y niños sin bautismo y confesión, y atento a que Su
M. ha mandado poblar a los d. Indios de este valle en dos poblaciones y mandado hacer iglesias en ellas para la
doctrina y celebrar el culto divino.. rogaba y encargaba a Fray Reginaldo
Galíndez, prior del Monasterio de Santo Domingo de la c. De Pamplona, a cuyo
cargo está proveer de doctrinero para este valle y envíe sacerdote que doctrine
los indios y les administre los sacramentos, con lo cual – se descarga la Real
conciencia de Su M. Y suya en su nombre,
y encarga la del dho Prior, y se apercibe que no cumpliendo con su obligación
S. M. Enviará persona que doctrine los dhos indios, al cual se pagará el
estipendio y nó al dicho convento... Y así lo firmó, don Antonio...”.
Los hechos que venían sucediendo como la pérdida de sus
tierras, desintegración familiar y cambio de su cultura llevaron al indio a ser
una persona dominada por la introversión dejando conocer su tendencia a la
melancolía y amor a la soledad tal como se puede deducir de un documento
escrito:
“ En la ciudad de Pamplona en 26 días del mes de julio de
mil y seis- cientos y dos años (1602),
el Visitador Capitán Don Antonio
Beltrán de Guevara... hizo parecer a Pedro Esteban Rangel, Presbítero,
Vicario y Beneficiado de esta ciudad...
... Que ha visto y andado y estado en casi todos los
repartimientos desta ciudad, por lo cual
sabe muy bien la calidad, trato y condición y manera de vivir de todos los
naturales, y así sabe que todos general y particularmente es gente muy pobre y
miserable y necesitada, y lo debe de haber sido de tiempo inmemorial a esta
parte, porque la calidad y asiento de esta tierra lo demuestra y lo dá a
entender, por no tener, como no tiene,
sustancia para tener los naturales tratos ni granjerías (transacciones
comerciales) como las tienen en otras partes, sembrando semillas y otras cosas
menesterosas para el sustento de la vida humana, que los hombres con su
industrias y diligencia suelen tener, porque la tierra es paramosa,
montuosa e infructífera y de su natural
estéril, que aunque los yndios naturales della
tuvieran más entendimiento del que tienen, y mucha codicia de tener
hacienda, la tierra no da lugar a ello... a cuya causa los naturales desta
tierra, cuando y después que los españoles entraron en ella, solo atendían y
atienden a hacer unas labrancillas de maíz
y de apios y turmas para su sustento – para lo cual andan procurando
algunos pedacitos de tierras en orillas
y vegas de quebradas y ríos y amagamientos abrigados donde se da la comida y
son tan pobres y ellos de su misma y natural inclinación tan tristes...”.
A pesar de haberse notificado la orden al Prior del convento
de Pamplona y por no haberse cumplido la orden de enviar sacerdote para que se
iniciara la doctrina de los indios, fue necesario enviar un segundo auto:
“En la ciudad de Pamplona a 3 días del mes de agosto de 1602
años el Cap. A.B. de G. Por ante mí el
escribano del Rey... dijo que por cuanto aunque Fray Reginaldo de Galíndez,
Prior del convento de Santo Domingo desta ciudad se le notificó enviase
sacerdote que doctrine los indios del valle de las Arboledas en las cosas de nuestra Santa fe católica...
y el dicho Prior dijo que lo cumpliría dentro de diez o doce días, los cuales son pasados y días
más, y no lo envía, do se recrece dan daño a los indios... y para que lo sean,
mandaba y mando se notifique a Pedro Esteban Rangel, presbítero y beneficiario
desta c... envíe al dcho Valle de las arboledas sacerdote que los
doctrine...con apercibimiento que no lo haciendo, su merced proveerá lo que
convenga... Don Antonio Beltrán de Guevara”.
Ante esta observación el sacerdote Esteban Rangel responde
de inmediato al señor Visitador:
“...Consta no haber sacerdote que administre los santos
sacramentos y doctrine en el Valle de las Arboledas, y que los más del tiempo
de ordinario ha faltado y falta- de
muchos años a esta parte - descuidándose en esto los frailes del señor Santo
Domingo, a cuyo cargo esta la dicha doctrina, y atento a que le consta que
cuando envían a la dicha doctrina es algún fraile forastero que viene de paso y
se está algunos días y luego se vá, y que de presente no hay clérigo en esta
ciudad ni en sus términos que pueda ir... rogará al padre Fray Francisco de
Cañizáres, guardián del Convento de San Francisco, persona que de ordinario –
tiene en dicho convento frailes de respeto -, nombre uno – tal cual convenga
para hacer la dcha. doctrina en las Arboledas...”.
De esta manera se le asigna a los indios del Valle de las
Arboledas por primera vez un sacerdote, según se deduce de la contesta
inmediata del fraile Franciscano: “...Desde
luego nombrara como nombró al padre Juan de... (ilegible), sacerdote de su
Orden, para que aprovechando la luz de este mismo día se parta vía de Las
Arboledas, y administre los santos sacerdotes y dé doctrina a los indios..”.
Durante estos años los indios se fueron incorporando al seno de la
Cristiandad, colocándose bajo la autoridad del fraile doctrinero aprendían el
idioma Español y a decir las oraciones del catolicismo. Por otra parte dado que con frecuencia
algunos indios preferían internarse en las montañas el visitador Capitán
Antonio Beltrán de Guevara, quiso favorecerlos eximiéndolos de tributos según
informe del mes de mayo de 1603:
“...Su parecer es –que los naturales de dha ciudad de
Pamplona, Salazar de las Palmas y villas de San Cristóbal no han sido tasados y
le parece que no pueden ser -, por no
tener, como no tienen tratos ni granjerías (actividades productivas) ni otros
aprovechamientos de frutos de la tierra de donde puedan sacar dinero para
tributo alguno, por que es gente muy pobre y la más de ella desnuda... y que
muy de ordinario se van a las montañas de donde no vuelven y sólo con dádivas y
halagos lo suelen sacar..”.
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