Hasta el momento se ha podido establecer que el Doctor
Camilo Torres fue el abogado que adelantó en representación de los cucutillenses
el expediente para erigir en parroquia el sitio de Cucutilla, pero en ningún
momento se precisa que su nombre corresponda a Camilo Torres Delgado y que él
sea el fundador como ya se anotó. Con
razón nuestro paisano y escritor Juan de la Fuente en el mes de octubre del año
1944 manifiesta sus dudas como se indica en la siguiente entrevista que al
respecto le hiciera el periodista ADEL-BERT para el diario HOY de la ciudad de
Cúcuta:
“...No se quién dijo (y así lo aprendimos en los bancos de
la escuela), que Cucutilla había sido fundada por un señor, y doctor por
añadidura, que se llamaba (si existió), Camilo Torres Delgado. Yo creo que ese
caballero no existió más que en la mente de algún sabio creador de innecesarios
sustitutos. He repasado con cuidado textos, crónicas, estudios de renombrados
historiógrafos e historiadores, desde el doctor Fernández Piedrahita hasta el
doctor Luis E. Páez Courvel en sus “encomiendas”, y no he hallado ese tal
fundador...”
Esa duda de Juan de la Fuente, de igual manera despertó mi
interés e inquietud por averiguar en las diferentes bibliotecas y publicaciones
de biografías la existencia de Camilo Torres Delgado y en efecto, no fue
posible hallar una persona con este nombre; al parecer sólo existe para los
cucutillenses. Precisamente por ello y
para aclarar de una vez por todas quién es el Camilo Torres definido por la
tradición como fundador, es necesario remitirnos al expediente parroquial
acometido durante el proceso de erección en parroquia de Cucutilla, el cual no
deja ninguna duda que el doctor Camilo Torres señalado como fundador es el
mismo ilustre patriota y prócer de la independencia llamado “El Verbo de la
Revolución” y autor del famoso “Memorial de Agravios” el doctor Camilo Torres y
Tenorio, sólo
que por alguna circunstancia o confusión los vecinos de entonces cambiaron su
segundo apellido “Tenorio” por “Delgado”.
Para sustentar esta verdad, es suficiente comparar la firma
estampada por el abogado Camilo Torres en el expediente llevado en el proceso
de erección en parroquia (folio No. 9), con la firma estampada por el ilustre
patriota Camilo Torres y Tenorio en los diferentes documentos históricos, y que
para el caso se tomó la rúbrica impresa por este patriota en un grabado de
Antonio Rodríguez que reposa en la Biblioteca Luis Angel Arango en la ciudad de
Bogotá. Firma que permite establecer con seguridad que se trata de la misma
persona; de tal manera que sí se quiere continuar con la tradición de mantener
como fundador al abogado que adelantó el proceso parroquial se debe corregir el
error y en lugar de decir “Camilo Torres Delgado” llamarlo por su verdadero
nombre “Camilo Torres y Tenorio”.
(firma Camilo Torres)
Seguramente los cucutillenses al no poder determinar un
fundador directo, pero sí anhelando como todos los pueblos contar y registrar
en sus anales históricos con un fundador, deciden a partir del año 1816 como
homenaje póstumo al Doctor Camilo Torres Tenorio, dada su trágica muerte, la
gran importancia y posición obtenida por este ilustre personaje en el ámbito
nacional, sumado al aprecio y gratitud que merecía por parte de los vecinos de
esta parroquia por su importante desempeño como apoderado, decidieron entonces
asignarle el nombre de “fundador de Cucutilla”
De todas formas, a
pesar que se haya transmitido por tradición al Doctor Camilo Torres Delgado o
mejor Camilo Torres y Tenorio como fundador, queda claro que no corresponde a
la realidad, pues éste aparece en el escenario de Cucutilla, bastante avanzado
el proceso de formación y urbanización que venían forjando diferentes personas
que por no tener una igual trascendencia dada su situación de humildes
campesinos y a lo más un sacerdote, alcalde partidario o un vecino pudiente
poseedor de gran cantidad de tierras, la tradición no les reconoce su
merecimiento y que son personas que realizaron grandes acciones que permitieron
la institucionalización del territorio y que merecen un honor y reconocimiento
de nuestra parte, pues a juicio crítico y honesto del pasado merecen tal
dignidad.
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