sábado, 23 de marzo de 2019

La “ideología política” una excusa absurda para abonar la violencia


A fines de la administración de Tomas Cipriano de Mosquera, en el año 1848 definitivamente se deslindan los partidos políticos. “Por haber acogido las doctrinas revolucionarias venidas de Francia, el partido liberal se mostraba deseoso de libertades ilimitadas y partidario de la separación de la iglesia y el estado; sus impulsadores se mostraban ansiosos de reformas y eran partidarios del régimen federalista,  querían un estado débil ante un pueblo revestido de libertades absolutas”.

“El partido Conservador mostraba en cambio, especial afecto y consideración por la iglesia y sus ministros, estimaban más los resultados de la experiencia que las conclusiones especulativas de la teoría y se mostraban partidarios del sistema centralista; querían un estado provisto de la más robusta autoridad y un pueblo que disfrutase de libertades amplísimas, pero reguladas por la Ley para impedir que cayese en la anarquía”.

A partir de esta fecha se inician una serie de situaciones donde el ejercicio y acceso al poder se disputaba con la fuerza de las armas más que por la convicción y las opiniones de sus gentes.  De ahí, que sea importante recordar los anteriores postulados políticos para que cada uno analice si en verdad estas diferencias teóricas existieron o existen en la práctica; o por el contrario no hay diferencia alguna y estos postulados solo fueron utilizados por sus dirigentes para confundir a los campesinos y pueblo en general conduciéndolos a una época de guerra entre hermanos por color político, sembrando el odio entre mismos campesinos pobres y lo peor, manteniendo estos odios ancestrales, trasmitiéndolos de padres a hijos; situación que se viviría en la mayoría del territorio colombiano principalmente en los departamentos del Valle, Tolima, Cauca, Antioquia, Los Llanos, Cundinamarca, Boyacá y los Santanderes.

De esta manera al campesino sin habérsele escuchado y sin entender de política se le involucra en una guerra que nunca debió de presentarse tocándole como siempre la peor parte. La historia se encargaría de ratificar el infortunio por esos combates entre los colombianos por llamarse unos conservadores y otros liberales enfrentándose en verdaderas batallas campales sacrificando víctimas inocentes por el fanatismo de las pasiones políticas de sus dirigentes llegando a situaciones extremas:

“Por qué nos asesinan si nuestro único delito es labrar la tierra, creando la riqueza nacional? Ya no hay cosechas.  El habitante de los pueblos empieza a sufrir la escasez de alimentos. ¿Por qué tenemos que abandonar nuestros sembrados, fruto de nuestra tenacidad y paciencia?
Hombres sin Dios y sin conciencia son esos infernales bandoleros.
Cadáveres de nuestros hermanos, hemos tenido que dejar a la intemperie y huir.  Hijos agónicos hemos tenido que recoger en nuestros brazos”.

Infortunadamente para Cucutilla por esta circunstancia de guerra entre partidos políticos pronto se iniciaría una situación delicada de violencia que se mantendría por casi una centuria de años; aunque en algunos periodos no afectándola tan directamente. De todas maneras sí logrando interrumpir su desarrollo y sobre todo dificultando la concordia entre sus habitantes.  De esta manera por la violencia que se estaba generando en el país, también en el municipio sus habitantes comienzan a enfrentarse como en otros departamentos en una guerra atolondrada, donde la ignorancia política se convertiría en odio que descargaban con su vecino o quien fuera antes su amigo.

Lo cierto es que esta violencia en el municipio se viviría en su punto máximo a partir de 1930 como se describe en capítulos siguientes.


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