A fines de la administración de Tomas Cipriano de Mosquera,
en el año 1848 definitivamente se deslindan los partidos políticos. “Por haber acogido las doctrinas
revolucionarias venidas de Francia, el partido liberal se mostraba deseoso de
libertades ilimitadas y partidario de la separación de la iglesia y el estado;
sus impulsadores se mostraban ansiosos de reformas y eran partidarios del
régimen federalista, querían un estado
débil ante un pueblo revestido de libertades absolutas”.
“El
partido Conservador mostraba en cambio, especial afecto y consideración por la
iglesia y sus ministros, estimaban más los resultados de la experiencia que las
conclusiones especulativas de la teoría y se mostraban partidarios del sistema
centralista; querían un estado provisto de la más robusta autoridad y un pueblo
que disfrutase de libertades amplísimas, pero reguladas por la Ley para impedir
que cayese en la anarquía”.
A partir de
esta fecha se inician una serie de situaciones donde el ejercicio y acceso al
poder se disputaba con la fuerza de las armas más que por la convicción y las
opiniones de sus gentes. De ahí, que sea
importante recordar los anteriores postulados políticos para que cada uno
analice si en verdad estas diferencias teóricas existieron o existen en la
práctica; o por el contrario no hay diferencia alguna y estos postulados solo
fueron utilizados por sus dirigentes para confundir a los campesinos y pueblo
en general conduciéndolos a una época de guerra entre hermanos por color político,
sembrando el odio entre mismos campesinos pobres y lo peor, manteniendo estos
odios ancestrales, trasmitiéndolos de padres a hijos; situación que se viviría
en la mayoría del territorio colombiano principalmente en los departamentos del
Valle, Tolima, Cauca, Antioquia, Los Llanos, Cundinamarca, Boyacá y los
Santanderes.
De esta manera
al campesino sin habérsele escuchado y sin entender de política se le involucra
en una guerra que nunca debió de presentarse tocándole como siempre la peor
parte. La historia se encargaría de ratificar el infortunio por esos combates
entre los colombianos por llamarse unos conservadores y otros liberales
enfrentándose en verdaderas batallas campales sacrificando víctimas inocentes
por el fanatismo de las pasiones políticas de sus dirigentes llegando a
situaciones extremas:
“Por qué nos asesinan si nuestro único delito es labrar la
tierra, creando la riqueza nacional? Ya no hay cosechas. El habitante de los pueblos empieza a sufrir
la escasez de alimentos. ¿Por qué tenemos que abandonar nuestros sembrados,
fruto de nuestra tenacidad y paciencia?
Hombres sin Dios y sin conciencia son esos infernales
bandoleros.
Cadáveres de nuestros hermanos, hemos tenido que dejar a la
intemperie y huir. Hijos agónicos hemos
tenido que recoger en nuestros brazos”.
Infortunadamente para Cucutilla por esta circunstancia de guerra entre
partidos políticos pronto se iniciaría una situación delicada de violencia que
se mantendría por casi una centuria de años; aunque en algunos periodos no
afectándola tan directamente. De todas maneras sí logrando interrumpir su
desarrollo y sobre todo dificultando la concordia entre sus habitantes. De esta manera por la violencia que se estaba
generando en el país, también en el municipio sus habitantes comienzan a
enfrentarse como en otros departamentos en una guerra atolondrada, donde la
ignorancia política se convertiría en odio que descargaban con su vecino o
quien fuera antes su amigo.
Lo cierto es que esta violencia en el municipio se viviría en su punto
máximo a partir de 1930 como se describe en capítulos siguientes.
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