Pero volvamos al reinado del fique,
¿quién fue la reina?.
Después de mucho indagar se pudo determinar que la señorita
Celina Espinosa fue elegida reina del fique.
Cuando la visité en la ciudad de Cúcuta y le dije que era de Cucutilla,
vi en su rostro la duda y asombro, que se fue trasformando en alegría y
añoranza al oír ese nombre que representa toda su infancia; luego como todos
los cucutillenses que pude visitar fue muy cordial y amable. Con gran entusiasmo hablamos de la patria
chica esa que ella dejó hace más de cincuenta años.
¡Ah mi
pueblo!, como extraño su clima, el sonido de sus campanas tan sonoros, la
changua, sus quesos, la chicha de barril que se vendía en la plaza, La Semana
Santa, ...tantas cosas. Adoro mi pueblo, allá tuve mi primer amor. Lo recuerda? le pregunté,... claro era el hermano del padre Afanador.
Cuando el reinado yo era muy niña, por ahí 15 años tenía, de verdad fue muy
bonito, los vestidos de fique, los bailes que eran animados por los músicos
Luis Felipe Antolínez y Agustín Ortega,
al final soy elegida reina y la gente gritaba, estaba alegre, echaba pólvora y
me pasearon por todo el pueblo. Después
de unos años toda la fantasía se acabaría.
Pasado el reinado, todo retornó a lo normal;
después de algún tiempo la situación se volvió a complicar, reapareció la
persecución política, y a pesar de ser la reina del pueblo, después que la
gente me aplaudió y me paseó por las calles, por ser mi Mamá liberal nos tocó
salir de Cucutilla, recuerdo que la policía nos escoltó hasta Arboledas, fue
muy duro yo quiero mucho esa tierra y no he podido volver. ...¿Todavía esta el Samán en medio de la
Plaza?, ¿todavía esta el río de agua fría y el de agua tibia, el pozo de la
Mona y el Remanso?; Si
todavía le contesté, aún hay muchas cosas en su sitio.
Entre sus
anécdotas Doña Celina recuerda:
Los días domingos las candidatas bailaban con
las personas que venían del campo, recuerdo que para poder bailar con la
candidata el parejo debía hacer una pequeña contribución. Un domingo me sacó a bailar un cotudo, y eso
me apretaba y me pisaba, yo miraba a Luis Felipe Antolínez que era el músico y
le hacía señas para que cortara el disco, y éste se hacia el que no me veía, y
el padre afanador con su risa tan jovial le señalaba que no dejara de tocar, y
el cotudo me pisaba y Luis Felipe que tocaba. Ese disco fue una eternidad.
En otra ocasión en un diciembre me vistieron
de la Virgen María y me subieron en la burrita y en procesión se hizo el
recorrido por las calles del pueblo, y los “chinos” (personas entre la niñez y
la adolescencia), colocaron un alfiler en un palo y de vez en cuando le daban
puyonzazos a la burrita, y la burra que saltaba y la pobre virgen que se
agarraba.
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