El asentamiento en estos cien años produjo aunque lento, un
aumento en su población, personas que agobiadas por las distancias y
dificultades que debían recorrer para obtener su oportuna administración
eclesiástica y espiritual al vivir en un sitio tal alejado del pueblo de
Arboledas quisieron aprovechar una visita pastoral que realizaba a ese pueblo
el Doctor Don Juan Antonio Rangel el día 13 de mayo de 1772, y ante la noticia
de la inminente demolición del pueblo indio de Arboledas, ordenada aquel año
mediante Decreto de la Real Audiencia, solicitaron por primera vez se elevara
en parroquia su sector con cura propio, por hallarse muy lejos, tanto de la
capilla doctrinera de Arboledas como de la iglesia parroquial de Pamplona,
aunque comunitariamente se mantenía el estatus de vice-parroquia con la
capillita construida y ornamentada desde ciento dos años atrás en la hacienda
Cucutilla propiedad del padre don Diego de Buitrago en el sector de la actual
vereda de Cucutillita.
Don Juan Antonio Rangel, atendiendo la solicitud que le
presentaban estos vecinos, ordenó levantar un padrón del feligresado existente,
el cual reportó un total de 82 casados y 13 viudos y solteros cabeza de
familia, en un perímetro comprendido entre “el alto de Cuevitas hasta la
quebrada de Román”
(ver anexo), además pidió al cura doctrinero de Arboledas, Fray Antonio
Fernández de la Parra, que certificara los impedimentos y razones expuestas en
la solicitud de los vecinos del río Zulasquilla, los cuales el franciscano
confirma como ciertos y valederos.
Con relación al traslado de los indios de Arboledas, aunque
inicialmente la orden era congregarlos en Chinácota, éstos lograron que el
Virrey Manuel Guirior anulara la orden, de tal manera que en el año de 1778,
cuando el Señor Fiscal y Visitador de la Real Audiencia, Don Francisco Antonio
Moreno y Escandón ordenó su definitiva reducción debió permitirles que lo
hicieran en el pueblo de indios de Cúcuta, traslado que se produjo
efectivamente en las primeras semanas de octubre de 1778. De esta manera se
extinguió legalmente el pueblo y doctrina de indios de Arboledas, dando cumplimiento
así al Decreto Real del año 1772:
“Como en virtud de esta providencia
queda extinguida la Doctrina y pueblo de Arboledas, y libre del Erario Real de
contribuir al estipendio del Cura..., se le hará saber por el Corregidor, que
en caso de hallarse los vecinos en condiciones de erigirse en Parroquia, acudan
prontamente a solicitarla, asegurándoles la protección que les dispensará el
Real Patronato, para que quedando aplicado para el edificio de la iglesia, y
con las condiciones a que no solo podrán comprar las casas de los indios (o
mejor que estuvieron ocupadas por ellos) a justos precios, sino que también les
será fácil acomodarse en las tierras de los Resguardos que resultaren vacantes
y que se venderán de cuanta de su Majestad, y se dá comisión al dho Corregidor
para ello..., y hecho el pregón durante 30 días en dho pueblo extinguido,
ciudad de Pamplona y Salazar de las Palmas, se admitirán las posturas que se
hiciesen...”.
Nótese cómo la capilla y asentamiento disperso de Cucutilla,
reconocida desde el siglo anterior como vice-parroquia, aún no revestía mayor
importancia política, mas bien seguía siendo definido todo ese "sector que
formaba parte alta del valle de las Arboledas” como una agregación o
parcialidad campesina que gravitaba alrededor de una pequeña capilla con
algunas chozas de poca relevancia; tanto que no fue tenido en cuenta como plaza
o escenario público para el "apregonamiento" del auto de remate de
las tierras del resguardo de Arboledas una vez que dicho pueblo fue extinto,
como de hecho se ordenó pregonar en las ciudades de Pamplona y Salazar de la
Palmas. También se deja clara la facilidad y garantías que se ofrecieron para
que los vecinos que quedaron en Arboledas tramitaran e iniciaran en términos de
lo que fuera el extinto pueblo de indios el establecimiento de su Parroquia o
curato de españoles.
De esta manera, con el traslado de los indios de Arboledas y
su ordenada agregación al pueblo y doctrina de Cúcuta en 1778, se dio vía libre
para que la población blanca y mestiza, que venía desde el siglo anterior en
continuo crecimiento como agregados al curato de indios de Arboledas,
proyectara su futura erección parroquial como feligresado diocesano. De hecho el mismo Moreno y Escandón animaba a
los vecinos blancos de Arboledas que ahora que salían los indios de ese valle
se esforzaran y erigieran una parroquia para su desarrollo social, espiritual y
temporal.
Una vez eliminado o demolido el pueblo de indios de
Arboledas y rematadas las tierras de resguardo, los campesinos blancos y
mestizos del valle tanto del sector de Arboledas como del lado del actual
Cucutilla, a pesar de múltiples esfuerzos no lograban fortalecer sus proyectos
de erección en parroquia de cada una de sus comunidades; pues desde la
extinción del pueblo de indios y doctrina de Arboledas ambos feligresados
fueron agregados al pueblo de Chopo, y era el padre José Gregorio Barragán,
doctrinero de dicho pueblo, quien esporádicamente los administraba. Cabe
resaltar aquí la importancia o el fundamental papel que jugó el padre Barragán
en la organización eclesiástica de
diversas comunidades, que por su gran carisma y dedicación a sus feligresados,
ya fueran de indios o campesinados blancos y mestizos, se hizo una persona de grata
recordación en estos sectores. Entre 1790 y 1810 este acucioso clérigo recorrió
en una mula los valles de Pamplona, Labateca y Arboledas asistiendo la erección
de diversas parroquias, diseñando y dirigiendo la construcción de sus templos y
ordenando los procesos de sociabilidad en esas comunidades, en tal sentido
diseñó y asistió, casi simultáneamente las obras de los templos de Toledo,
Chopo (hoy Pamplonita) y el de Cucutilla.
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