sábado, 23 de marzo de 2019

Aquellos años de recuerdos y añoranzas


La historia continua su curso y por estos años Cucutilla era el lugar más lindo del mundo, las personas que vivieron en el municipio por este tiempo disfrutaron sin lugar a duda de los mejores momentos de tranquilidad y progreso. Años que se pueden decir fueron  la "Época de las luces" para nuestra patria chica, se vio la llegada de la televisión, la construcción de diferentes escuelas rurales, la fundación de la Escuela Hogar y el Colegio Departamental, construcción del centro de salud, el acueducto, la pavimentación de calles, la llegada de la carretera de Pamplona y las familias empiezan cambiar su estilo de vida con la compra de electrodomésticos como nevera, muebles, televisor, plancha eléctrica y radiolas; la gente vivía alegre y optimista. Es la época de donde se guardan los mejores recuerdos. Especialmente la juventud creció entre el estudio, trabajo en el campo y la religiosidad Católica disfrutando del desarrollo que se daba; pero por sobre todo gozando de la paz y tranquilidad que se vivió en el municipio. 

Fueron los años donde el campesino al regresar de su diario trabajo se sentaba en un taburete, una banca o en el piso del patio para tomar su descanso oyendo en su radio Sutatenza los programas de la acción cultural popular y sus programas educativos, las noticias o radio novelas entre las que se recuerdan: Arandú, Kalimán, Martín Valiente o comedias como La Escuelita de doña Rita, y Emeterio y Felipe, situación que los emocionaba y era tema obligado por los obreros para el otro día en el corte de café o el paleo del sembrado comentar de los peligros a los que se enfrentaba el héroe de la novela. Y el día domingo las personas se afanaban a comprar el semanario “El Campesino” y entretenerse con su tira cómica Don Telésforo además de leer consejos agrarios.

Una manera de diversión que se hizo frecuente fue disfrutar los días sábados y domingos de las películas que se proyectaban en la casa cural desde la llegada del padre Trujillo; a Don Gabriel Antolínez sacristán de la parroquia le correspondía anunciar por los altavoces la película del fin de semana:  "Esta noche, la gran película, acción, suspenso, intriga, emoción; no se la pierda por ningún motivo".  La entrada costaba un peso; pero los niños pagaban solamente 50 ctvs. Así los adultos y la juventud de la época gozaron del cine y de las películas de "Biruta y Capulina", Cantinflas, "Antonio Aguilar" y "Javier Solís". En ocasiones llegaba al municipio un circo con payasos, magos y animales que despertaban la curiosidad y divertían a los habitantes. 

En diciembre fue hermoso ver a los niños vestidos de pastorcitos con su capa, farol y sombrero, y las niñas con su delantal para asistir a la procesión de la novena del niño Dios entonando el “Antón tirulilulilo, Antón tirulilula...” y otros villancicos. Fueron tradicionales además los aguinaldos que se jugaban como el beso robado, al gancho, tres pies y otros; recorrer los caminos en busca de un arbolito seco para cortar y llevarlo a casa para vestir el árbol de Navidad e ir a buscar musgo al campo especialmente a la “Loma” para vestir el pesebre se convirtieron en actividades de gran esparcimiento y regocijo.

Transcurrían los años setenta y cada año en la época de vacaciones, semana santa, navidad y año nuevo los estudiantes retornaban a su pueblo y las familias eran visitadas por los familiares y amigos especialmente de Cúcuta, Pamplona, Bucaramanga y Bogotá. De esta manera se veían también regresar a los hijos de Cucutilla que tuvieron que marcharse en épocas anteriores cuando la situación no fue benévola con ellos y se hizo costumbre ver a las familias y sus amigos salir de paseo al campo; se observó como la familia Parada Jaimes pasaba para Llano Grande, la Familia Lizcano Sánchez para Casa de Teja, los Meneses para Cucutillita, los Duarte para Pedregal, los García Parada para el Alto del Rey, los Jaimes para Cucutillita, los Albarracín para Llano de Carrillo, los Ortega Urbina para Aguadas, los Pérez para Caracolí, los Mendoza para Llano de Carrillo, etc. y cada familia se regocijaba con sus amigos disfrutando de un sancocho de gallina criolla, degustando los frutos del campo, tomaban el guarapo la bebida de los obreros de la finca, recorríamos sin peligro los caminos y cultivos  jugando a la guerra, cazando con las famosas caucheras los pajaritos y oyendo las chicharras entonar su hermoso canto.

A los familiares y amigos se les enseñaba la manera de recolectar el café y su proceso de beneficiadero, ellos aprendían la manera de sembrar una mata de plátano, cómo se cortaba y sacaba la hebra de fique, la forma de hacer los costales, una cañuela o una chuya, de arrancar una mata de yuca,  amarrar una carga sobre la bestia, cómo saber si una fruta estaba madura, y diferenciar cuando el plátano estaba “Jecho” para cortar. Así mientras los visitantes aprendían cosas nuevas y disfrutaban de la tranquilidad y belleza de la naturaleza nosotros preguntábamos sobre la ciudad ¿cómo se vivía en ese pueblo tan grande? que muchos aún no conocíamos.

Por este año de 1973 Cucutilla contaba 8.611 habitantes distribuidos en el sector urbano 1.790 lo que equivale al 20% y en lo rural 6.821 es decir el 80%.

Los amigos con frecuencia marchaban al río a disfrutar como aún lo hacen de un refrescante baño, teniendo la opción de escoger entre los pozos de agua cristalina pero fría (sobre el río Cucutillita) El Estudiante y La Perla; o sobre los de agua tibia (Río Zulasquilla) como El Remanso, Puente Zulasquilla y El Pabellón; o irse a un sitio menos concurrido como La Quebrada de la Mona o El Pozo de Morado.

Los viernes se realizaban tardes deportivas y se programaban encuentros de básquetbol entre los diferentes barrios y colegios, fueron encuentros espectaculares donde las barras animaban a sus equipos.  En fechas especiales  se realizaban competencias de ciclismo, caminata por parejas, atletismo por las cuatro manzanas del pueblo, carrera de burros, concursos de arrieros, concurso de murgas campesinas, etc.

Algo que se celebraba con entusiasmo y patriotismo fueron las fiestas patrias que se iniciaban con el Tedeum para continuar con el desfile de los diferentes establecimientos que encabezaba la banda marcial del Colegio, donde se rendía homenaje al tricolor nacional, se recitaba la oración patria y se entonaba el himno nacional y el himno al deporte si de eventos deportivos se trataba.

En los establecimientos se recibió la enseñanza de la urbanidad de Carreño, la cívica, la historia sagrada, el catecismo del padre Astete, se aprendieron cantos de música colombiana como los Guaduales, pueblito viejo y otros más; además a las alumnas se les enseñaba a coser, tejer y bordar y se realizaban actividades recreativas como la casa misteriosa, centros literarios y  festivales de la canción. Por el año 1974 el Colegio Departamental logra su primera promoción de bachilleres clásicos. 

Al regresar de las vacaciones con seguridad la maestra de la escuela pedía a sus alumnos hacer una composición sobre las vacaciones y entonces cada uno narraba lo mucho que disfrutó y aprendió con sus familiares y amigos.

Con frecuencia los niños jugaban en la calle las rondas infantiles como: el puente esta quebrado, los pollos de mi cazuela, la gallina ciega, Ciprian Ciprian, el lobo, tieso que tieso, al stop, El Ángel bueno y el Ángel malo, dos caballitos de dos en dos, dónde escondo mi juancho, las ollas, los números, la abuela Inés, y demás juegos como carrera de encostalados, vara de premio, el escondite, la libertad, saltar lazo, al  trompo, cristalas, la lleva o guerra, competencias de rueda y en oportunidades elevar cometas desde la loma.

Así era Cucutilla; en sus días soleados solía verse pasear los personajes típicos que de alguna manera alegraban con sus ocurrencias y características al municipio y especialmente los niños de la escuela quienes los molestaban al nombrarlos por sus “apodos” entre ellos se recuerda a “Numa"; que decía que él era el adelanto del pueblo”, “Marciales“, “El Loco Benjamín; que decía que era amigo de Bolívar”, “Makeko”, “El alcalde chiquito”, “Surrucuco”, “La Curía”, “Facundo” y otros personajes más que se convirtieron en vivencias del municipio; hoy algunos sobreviven recorriendo ya cansados las mismas calles reviviendo a sus habitantes y amigos viejos recuerdos de momentos inolvidables de una época pasada y añorada.

Esta época es sin duda la que más recuerdan hoy las personas que vivieron su juventud por los años setenta y que al mencionarla dejan escapar un suspiro al recordar sus anécdotas y la huella que les dejó su primer amor que se tuvo a escondidas de sus padres. 



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