El 2 de mayo se convierte en un día histórico para Cucutilla
al ver realizado un sueño de todos sus habitantes como era el de tener la
imagen de monseñor Ricardo Trujillo en un busto colocado en un lugar donde toda
la población lo pueda observar y recordar.
Durante la
celebración de los cuarenta años del colegio, por iniciativa del señor rector
en un grupo de docentes y exalumnos nace la idea de levantar un monumento con
la efigie de su fundador, idea que
infortunadamente parecía no poderse lograr por la carencia de recursos.
Por fortuna
unos hijos de esta tierra que laboran en la ciudad de Bogotá quisieron hacerla
realidad y se tomaron la tarea de conseguir lo necesario para su realización, y
de moldear casi con sus propias manos la figura del padre Ricardo.
Personalmente vi como el Ingeniero Rafael Albarracín Barrera y el Arquitecto Jairo
Antolínez Albarracín colocaron todo su empeño y apuraban al escultor el Maestro
Jairo Correa García, para que ésta se terminara en el tiempo récord de 5
días. El entusiasmo expresado por estos
cucutillenses y su preocupación por conseguir los recursos requeridos motivaron
a sus compañeros de trabajo los ingenieros Manuel Peña y Germán Guerrero que
sin ser hijos de esta tierra sienten aprecio por el municipio y en especial por
monseñor a colaborar desinteresadamente con lo necesario para su terminación.
De esta forma el día primero de mayo arribé al municipio en
compañía del Arquitecto Jairo Antolínez trayendo desde Bogotá el busto hecho en
bronce con la figura de Monseñor Ricardo Trujillo. Inicialmente la escultura se pensó instalarla
en el Colegio, pero dado que el padre ha sido ejecutor de otras importantes
obras en el municipio se dispuso colocarla en el mejor sitio del atrio al
frente del parque principal, en el lugar donde por los años 1944 se ubicó el
famoso Obelisco y en 1973 el monumento recordatorio de la inauguración de la
carretera hacia Pamplona y que luego desaparecieron, tal vez por que este lugar
estaba reservado por la Divina providencia para que aquí permanezca por siempre
la imagen de Monseñor Ricardo Trujillo.
Este acontecimiento se recuerda con la placa que dice:
Monseñor
RICARDO TRUJILLO GUTIERREZ
Guía espiritual, forjador incansable
de progreso y bienestar para los
cucutillenses
Mayo 1 de 2002
|
Por encargo de las personas que colaboraron en la
elaboración del busto tuve la oportunidad en mi corta intervención de resumir
las ejecutorias realizadas por este sacerdote desde su llegada a la población
en 1961. Emocionante fue el momento
cuando el padre Ricardo retira la bandera del municipio que cubría su efigie
dejando al descubierto la sonriente imagen que desde ahora nos acompañará día y
noche recordándonos su personalidad humilde y emprendedora como una de las
personas más queridas, respetadas y bondadosa de los últimos 40 años de vida de
cucutillense.
Para finalizar, el padre en su corta intervención con su voz
pausada agradeció el gesto y conmovió a los presentes cuando dijo: ..Y aquí permanecerán mis huesos.
Entonces hubo quienes no pudieron contener las lagrimas que disimularon con
muchos aplausos.
Días después Monseñor agradece en comunicación escrita el
gesto a las personas que contribuyeron para la realización de la obra:
“...
Me encuentro inmensamente complacido y abrumado ante tantas sorpresas que a mi
nombre, día a día organizó la Comunidad Educativa de mi Colegio en el marco de
la Semana Cultural 40 años de funcionamiento; pero más aún con el magnífico
acto de altura, como el venido de tan dilectos profesionales amantes de la
cultura y que han querido plasmar sus huellas para estampar en una obra tan
artística mi humilde persona, y dejarla a la posteridad como muestra de mi
callado trabajo por Cucutilla, sin esperar por ello ninguna recompensa. Sin embargo, con la magnificencia de tal
acto, me he dado cuenta, que alejados de este terruño, también existen mentes y
almas altruistas, que guardan el sentimiento de la gratitud y vínculos filiales
para expresar la amistad así no se conozca a las personas...
Su
afectísimo amigo en el Señor,
Hoy el padre Ricardo habita en una casa arrendada a la
entrada de la población frente a la escuela urbana y vive de la generosidad de
sus amigos con esa humildad que le caracteriza y que engrandece su vida
ejemplar de caridad porque nunca se cansa de ayudar al necesitado, como dice la
gente: Así no tenga para él.

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